África abrió la puerta, esperando a que Toni se marchara. Unos segundos después, él estaba saliendo.
-Mañana.
-Adiós. -dijo ella con una suava sonrisa. Y cerró.
Caminó hasta su cuarto. La película se había quedado parada
unos instantes antes de que Charlie besara a Tess. ¿Casualidad? Destino.
-Pásame el colorete, Mar.
-Acércame tú el peine azul.
Teresa ponía un poco de color a sus mejillas. Luego a sus
labios. Se veía guapa aquella tarde, y eso le gustaba. Por otro lado, María
cepillaba su melena rubia. Brillante y sedosa. Aquellos tacones le quedaban de
maravilla y a ella, unos centímetros de más no le venían mal.
Siete y media. Toni abrió la puerta de su casa. Su madre se
asomó desde la cocina.
-¿De dónde vienes? –preguntó Marta algo nerviosa
-De casa de una amiga. Ahora me voy de nuevo.
-¿A dónde?
-Con Marcos y dos chicas.
-Toni, ¿tienes novia?
-¿Qué? ¿No crees que te lo hubiera contado?
Marta se quitó el delantal y lo colgó en el pomo de la
puerta. Se acercó despacio a Toni. Cogió su mano.
-Mírame, hijo.
Toni hizo caso. Los ojos marrones de su madre brillaban. Él
la miró intensamente. Ella sonrió.
-Te quiero.
-Y yo, mamá. –le dijo dándole un beso en la frente.
Toni soltó la mano de su madre y se fue directo a su cuarto.
Cogió ropa limpia.
-¡Me doy una ducha y salgo, mamá!
-¡Vale!
Marcos también se duchaba en ese momento. Ambos se habían
dado una ducha en el gimnasio pero otra, después de toda la tarde, no venía
nada mal.
Salió de la casa de su tía despidiéndose con dos besos;
tanto de ella como de su tío. El autobús no tardó. Cinco paradas después, se
bajó. Caminó algunos metros: pocos. Noveno A.
-¿Sí?
-Soy Marcos. ¿Está Toni?
-Dime tío. –saludó Toni que acababa de coger el portero.
-¿Subo?
-Claro.
Toni pulsó un botón en el que aparecía el dibujo de una
llave y con un “riiiiing” la puerta se abrió.
Tres minutos más tarde, Marcos llamaba a la puerta.
-Hola, Marcos –saludó Marta sonriente
-Hola, Marta.
Dos besos. Toni apareció por el pasillo poniéndose una
camisa azul. Los dos primeros botones desabrochados, por fuera de los
pantalones. Zapatos elegantes, pero no demasiado.
Marcos, por su parte, llevaba otra camisa: blanca. Náuticos
y pantalones piratas. Su pelo rizado y no muy largo, y sus ojos azules le daban
un toque personal muy atractivo.
-Que guapos. –dijo finalmente Marta, que los contemplaba de
cerca
Los dos chicos sonrieron.
-Hemos quedado en la puerta del gimnasio.
-¿Puedo coger el coche?
-Lo tiene tu padre, hijo. –contestó Marta
-Bien. Entonces en autobús.
Toni se metió en uno de los bolsillos la cartera y el móvil.
En el otro las llaves de su casa.
-¿Llevas el bonobús? –preguntó Marta
-Sí, mamá. En la cartera.
-¿A qué hora volveréis?
Marcos esperó a que su amigo respondiera por él, pero Toni
se limitó a mirarlo ante la duda.
-Pues no sé…
-Bueno, podéis venir cuando queráis, pero tened mucho,
muchísimo cuidado. ¿Vale?
-Lo juramos. –rió simpático Marcos. Su sonrisa era muy
bonita también. Había llevado aparato dental tres años, pero mereció la pena.
-¿Lo llevas todo?
-Sí, ¿y tú?
-Todo.
-Pero todo, todo… tu me entiendes… -Marcos guiñó un ojo a su
amigo, que se limitó a sonreír. Una sonrisa sin trascendencia, sin importancia.
Ocho en punto.
-Vamos, venga.
-Ya voy. –dijo María retocándose el pelo por última vez.
Las dos amigas salieron en dirección al coche. Teresa
conducía. Mientras tanto, Toni y Marcos esperaban al autobús en la parada más
cercana a la casa de Toni.
-¿Quién viene aparte de nosotros cuatro?
-¿Crees en serio que viene alguien más?
-Solo pregunto.
-No, nadie.
-Parejitas… Genial. –dijo irónicamente Toni
-Y creo que Teresa te quiere para ella, así que espero que
no me haya buscado una pareja demasiado… diferente a mí.
Toni suspiró. El autobús estaba llegando. Marcos alzó una
mano en modo de aviso y acto seguido paró. Los dos amigos se subieron. Cuando
Toni estaba sacando su cartera para chequear el bonobús, vio el ticket donde
África le había escrito su número y demás. ¿Debería haber rechazado la cita y
haberse quedado con ella? ¿Debería haber terminado de ver la película? Si tan
seguro estaba de que esa chica empezaba a llamar su atención, ¿por qué no la
besó? Bueno, lo intentó. Quizás estaba pensando más de la cuenta en ella.
Quizás a ella no le gustara él. “Mañana, que voy a recogerla lo veré…” pensó.
-¡Venga!
Toni levantó la cabeza un poco. Su amigo lo estaba
esperando, aún no había pasado el bonobús.
-Lo siento… -dijo al conductor mientras chequeaba
No había asiento libre. Un grupo de chicas de unos quince
años los miraban fijamente y cuchicheaban acerca de lo guapos que eran y lo
buenos que estaban.
-Nos queda una noche intensa por delante… -rió Marcos
-Hace tiempo que no salgo de noche…
-Desde lo tuyo con Carla, ¿me equivoco?
-No. Esa fue la última noche que salí de fiesta a lo grande,
y no lo pasé muy bien, ya sabes…
-Pues esta noche tiene que ser un desfase.
-Precaución…
-Eso siempre. –Marcos volvió a guiñar un ojo a su amigo. Con
segundas.
En esa misma ciudad,
cinco meses antes…
-¡Eres lo más bonito de toda la fiesta! –gritaba una pelirroja
subida a la barra del bar
-¡Carla baja de ahí!
-¡Sube tú! ¡Sube y tómate otra!
-¡Carla! –Insistió Toni -¡Vas a caerte!
-¡Que no me caigo, pesado! –lanzó uno de sus tacones con los
que bailaba en la mano hacia el chico, que afortunadamente lo esquivó.
Las miradas de la gente empezaban a ser críticas. Había
dejado de ser un juego, una broma. Aquella chica con la que Toni llevaba
saliendo casi siete meses había vuelto a perder la cabeza con el alcohol y eso,
a Toni, empezaba a cansarle.
Carla no paraba de saltar, gritar cosas sin sentido y beber.
Ante el panorama, los camareros avisaron a los porteros de la discoteca, que
enseguida acudieron llevándosela. Toni la siguió. Estaba fuera, junto a la
entrada, de rodillas.
-Toni… Hey, amigo. Ven.
Él se acercó.
-Me encuentro verdaderamente mal… -los ojos de su chica
parpadeaban sin cesar. La sonrisa borracha de ella iba y venía constantemente.
Toni la ayudó a ponerse de pie. Marcos también salió fuera y
colaboró. Entre los dos consiguieron agarrarla para que no perdiera el
equilibrio y, ahí delante, en un árbol, vomitó.
-Hemos llegado, tío.
Los dos amigos caminaron entre la multitud del miércoles
noche previo a las vacaciones. Algunas adolescentes con falda demasiado corta y
tacones demasiado altos caminaban moviendo exageradamente las caderas,
intentando aparentar más edad. No había tanta gente como un sábado noche, pero
el ambiente no estaba mal.
-Allí están. –señaló Marcos, que ya había divisado a las dos
chicas en el lugar citado.
Toni miró fijamente. Iban bastante arregladas, muy guapas.
Cruzaron el paso de peatones que los separaba y se unieron a ellas.
-¡Hola! – Teresa puso una mano en el hombro izquierdo de
Toni y la otra en su cuello, y con dos sonoros besos en las mejillas lo saludó
entusiasmada.
“Que fuerte está” pensaba ella mirándolo intensamente.
En ese mismo instante, María se percató de quién era aquel
Marcos: el chico con el que ya había coincidido tres veces en el autobús de
camino a la biblioteca estaba ahí, delante de ella. Así de cerca le parecía
incluso más guapo. Sus ojos azules la miraron sonriente.
-¿Nos hemos visto antes? –le preguntó él y acto seguido le
dio dos besos
-En el autobús, jamás hubiera pensado que fueras tú el
famoso Marcos. –rió María animada
Segundos más tarde, Toni saludó a María y Marcos a Teresa.
Iba a ser una noche para recordar.
-…Y nada más.
-¿Nada más? ¡Estás loca! Deberías haberlo besado…
-¡Ale!
-Joder, es como dejar escapar un ángel…
-No, es…
-¡Es dejar escapar un Toni! –rió Alejandra
África estaba tumbada en la cama, boca arriba, pensando en lo
que había pasado.
-Pero sinceramente, lo veo mal por su parte. ¿Te dice de
poner una película y se va sin terminarla?
-Me dijo que la acabaríamos… algún día.
-Áfri… y eso de que te recogerá mañana…
-¿Tú vas?
-Claro. Li también.
-Lidia siempre… -rió África resignada
-¿Y confías en él?
-Sí. Creo que sí.
-Entonces mañana en el instituto me cuentas, que tengo que
irme.
-Pues hasta mañana, amor.
-Adiós, un besito, cariño.
África fue quién colgó, y cerró los ojos para relajarse.
Después de media hora caminando y hablando acerca de todo un
poco, llegaron al lugar donde Teresa había planeado pasar la noche. O la
primera parte al menos.
-¿Os gusta el sitio?
Toni, Marcos y María miraban a Teresa, que les dirigía por
una sala con música, aunque no muy alta ni muy marchosa. Más bien tranquilita.
-Esperaba un fiestón de esos que tú te sueles pegar… -rió
Marcos
-¡Pero aún es temprano! Ahora subimos a la terraza y luego,
a las doce, bajamos; que es cuando empieza la marcha.
Accedieron a una terraza enorme, con toldos blancos y bolas
de discoteca colgando de estos a modo de adorno. Había sofás de distintas
formas y pufs por todas partes, la barra brillante de cristal, llena de botellas
y cócteles. Una luz intensa azul iluminaba el ambiente. Todo muy chic.
La sonrisa blanca de Teresa relucía en la noche cálida que
ya entraba. Ella dirigía el grupo. María, por su parte, caminaba lentamente
charlando con Marcos, con el que había congeniado de maravilla. Toni iba detrás
de estos, fijándose en cada detalle de aquel lugar.
Se sentaron en uno de los sofás redondos, que en el centro
tenían una mesa.
-Voy a acercarme a la barra. ¿Qué queréis? –preguntó Teresa
que miraba sonriente el rostro de Toni: sereno y simpático. “Qué guapo está
esta noche…” pensaba todo el tiempo.
-Yo una Coca Cola. –pidió Toni
-Yo otra. –dijo María
-Sorpréndeme. –concluyó Marcos
-Uh, Marquitos… me gusta tu forma de pensar. –rió Teresa. –Y
en cuanto a vosotros… -dijo mirando a Toni y María –sois unos aburridos.
-¿No es mejor dejar el alcohol para la discoteca? Yo creo
que sí. –comentó Toni desafiante
-Lo bueno se hace esperar. –le contestó Teresa, que se había
sentido provocada a pesar de que le había gustado la respuesta del chico.
With Love de
Hilary Duff sonaba por los grandes altavoces situados en dos de las columnas de
aquel sitio.
Ahora era Toni quien charlaba abiertamente con María, que
contaba anécdotas sobre su último viaje a casa de sus tíos, en Lanzarote. Marcos
la miraba atento a la historieta, sin parar de reír, ella era una chica muy
graciosa así de cerca, a pesar de parecer muy tímida y retraída en un
principio.
Teresa acudió con dos Coca Colas que entregó a Toni y María.
Acercó un vaso de tubo lleno de un líquido rosado a Marcos y otro se lo quedó
ella.
-¿Tinto de verano?
-Muy buen ojo, Marquitos… -rió Teresa al ver la audacia de
su amigo para saber lo que le había traído.
-No sé por qué pero el que ponen aquí es mi favorito. Es
como si le dieran un toque personal.
-¿Cómo conociste este sitio?
-Trabajé aquí. –contestó Teresa feliz al ver que Toni se
había interesado por ella de algún modo
-¿Cuándo? –preguntó Marcos sorprendido por el currículum de
su amiga
-Pues… hará dos meses o así.
A decir verdad, Teresa tenía pinta de ser una de esas chicas
jóvenes y activas abiertas a cualquier tipo de trabajo que conllevara una
relación directa con la sociedad.
-Me pago los estudios de diseño trabajando… Normal, ¿no?
Todos sonrieron. “Que sonrisa tiene Toni. ¡Qué sonrisa!” Esa
frase no dejaba de pasearse por la mente de Teresa, que contemplaba cada
movimiento del chico: dulce y acogedor.
-Voy al baño… -dijo Teresa sin quitarle el ojo de encima a
aquel chico
-Te acompaño. –concluyó María
Las dos se marcharon. Los amigos se quedaron solos por
primera vez en toda la noche.
-Que maja es María…
-¿Te gusta? –rió Toni
-Ya la conocía. Bueno, la había visto. La vi con esa amiga
tuya… ¡África! Sí, con ella. En el autobús.
-¿África?
Marcos asintió mientras daba un sorbo al Tinto que le había
traído su amiga y empezó a comentar a su amigo lo que le parecía aquel lugar,
pero la mente de Toni no estaba allí, sino en casa de África, visualizando
aquella habitación donde unas horas atrás había empezado a ver una película. No
había pensado en ella en toda la tarde. ¡Ah, sí! En el autobús, pero no
después. En realidad, había estado pendiente de aquella intima reunión de
amigos e indirectamente, pendiente de Teresa. Aquella chica le resultaba
distinta, interesante. Era un sentimiento parecido a lo que sentía con África,
sólo que a Teresa no la sentía tan cercana. Literalmente sí, porque ella se
había llevado toda la noche cerca de él, pero no figuradamente. Con África era
diferente de algún modo: se sentía más cómodo que con Teresa. Sí, eso era.
Definitivamente.
-Toni, ¿me estás escuchando?
-¿Eh? No, tío. Lo siento. Estaba pensando…
-¿En Teresa o en África? –rió Marcos
-En las dos…
-¿Qué te pasa? –le preguntó su amigo, en un intento de
ayudar a que se desahogara
Toni iba a responderle, estaba dispuesto a contarle lo que
había pasado aquella tarde con África. O más bien, lo que no había pasado.
Quería hacerle saber a su mejor amigo lo que sentía al estar con cada uno, él
lo entendería y le daría consejo. Aunque parezca raro, Marcos había tenido más
novias que Toni, pero este había tenido más pretendientas. Pero justo en el
momento en que incorporó para contar a su amigo todo aquello, Teresa apareció
andando hacia ellos, despampanante. María la seguida algo menos provocativa que
su amiga pero también sexy. Toni se fijó en aquella segunda chica. Era menuda,
pero se la veía segura de sí misma, y eso era bueno puesto que transmitía
confianza a los demás. La melena rubia le caía por los hombros. Parecía una
muñequita. Toni sonrió.
-¿Estás feliz? –le preguntó una voz muy sensual que se
acercaba a su oído por detrás
Toni se giró. Cómo no: Teresa. Pero decidió no hacer ninguna
mueca de disgusto puesto que la chica no le había hecho nada. Sólo intentaba
acercarse a él, y no pretendía ser un borde.
-Sí, estoy… bien. –le sonrió alegre
-Entonces como yo. –respondió Teresa alargando un brazo
alrededor del cuello de su “nuevo amigo”, y arrimándose a él.
Toni se percató de la cercanía repentina que había tenido
Teresa con él. ¿Por qué sería? ¿Se había perdido algo? Sí.
Unos minutos antes,
en el baño de las chicas de aquel lugar…
-¿Ataco?
-¿Atacar? Ve poco a poco…
-Eso ya lo sé, me refiero a si… empiezo ya a acercarme a él.
-Hazlo. Debes empezar a calentar el ambiente… -le aconsejó
María a su amiga mientras se retocaba el gloss.
Salieron del baño en dirección a los chicos. Teresa caminaba
sobre sus tacones delante, firmemente y con la mirada puesta en Toni. María la
seguía, mirando a su alrededor, haciéndose notar. Teresa se percató de que Toni
sonreía. Era el momento de atacar.
Once de la noche. Sonaba ahora Hot de Avril Lavigne. Teresa dio un sorbo más a su tercer Tinto y
comenzó a cantarla muy animada. El resto del grupo la miraba sonriente. Marcos
tenía el brazo alrededor de la cintura de María, que ahora bebía un chupito de
licor que les había regalado el camarero, un conocido de Teresa. La velada
comenzaba a ponerse interesante: Toni acababa un cubata que había dado paso
a una larga conversación con su ahora
“nueva amiga”.
-¿Tu novia no se pondrá celosa de que estés aquí? –preguntó
Teresa que ya sabía la respuesta, con una brillante sonrisa
-No tengo novia… -rió Toni
-¡No me lo puedo creer! ¡Si eres majísimo y estás para
chuparse los dedos!
Toni rió ante la descarada respuesta de Teresa. Bebió un
poco más. Aquella chica era atrevida, eso le atraía bastante. O quizás es que
aquel ambiente nocturno lo estaba confundiendo.
Doce y cuarto. África comía chocolate mientras chateaba con
sus amigas. El ruido de la televisión llegaba desde el salón. La tranquilidad
de aquellas noches sin nada que hacer era insuperable, al menos para ella.
-Al final no voy mañana.
-¿No? Yo sí… Y Ale también.
-Yo he convencido a mi madre. Así comeré fuera con David.
-Al final no irá nadie…
-Seguro que no. Es el último día.
-Quizás den alguna nota…
-Tampoco lo creo. Hay que esperar al viernes.
-Estoy nerviosa.
-Y yo.
-No solo por las notas, hay algo que me inquieta.
-¿Qué cosa?
-No lo sé…
A esa misma hora, en la terraza de aquel lugar tan
ambientado, Teresa animaba a sus amigos a bajar a la discoteca. Todos
aceptaron. La música sonaba allí más fuerte y la gente bailaba como loca. La
barra estaba rodeada de clientes que abusaban de alcohol. Toni miró a su
alrededor con atención: chicas dislocadas, chicos aprovechados, vasos de
plástico que caían al suelo, luces parpadeantes… Una fiesta.
-¿Qué miras? –le sorprendió Teresa y acto seguido le dio un
sonoro beso en la cara
-El ambiente. –contestó Toni casi gritando, por el ruido que
había allí
-Vamos a buscar a María y Marcos, ¿vale?
Toni asintió con la cabeza. Apenas oía lo que Teresa le
decía, a pesar de que ella se acercaba a solo unos milímetros de su oreja para
hablarle. La mano de la chica agarró fuerte la de él, y los dos avanzaron
abriéndose paso entre la multitud.
Al fondo, en un puf, estaba sentado Marcos. María encima de
él, algo nerviosa. Había visto a la pareja extraña de aquél día en el autobús rondando por allí, y
ella sabía muy, pero que muy bien por qué estaban en aquel lugar.
-Vaya, vaya, tortolitos… -rió Teresa
-¡No había sitio, capulla! –le replicó María riendo también
-¿Os traigo algo? –preguntó Toni sonriente
Negaron con la cabeza todos, Marcos señaló el Cuba Libre que
tenía en la mano, haciendo saber a su amigo que estaba servido. Toni sonrió y
se acercó hasta la barra mientras un par de chicas le gritaban algunos piropos.
Teresa lo siguió.
-Pídeme un Ron con Coca Cola, por favor. Y cargadito.
Toni asintió.
-¿Qué te pongo, guapo? –le preguntó una camarera
-Un Ron con Cola cargadito y un Vodka con limón para mí.
-Invita la casa. –la camarera guiñó un ojo y enseguida les sirvió
Toni entregó el Ron a Teresa, que lo miraba con
satisfacción.
-¿Qué pasa? –preguntó Toni entre risas
-¡Nada!
-Vamos, dime…
-¡Estás muy guapo esta noche!
-¡Tú también!
-¿Qué?
-¡Que tú también! –gritó Toni acercándose a Teresa
La chica se arrimó aún más a él. Pecho con pecho. Estaban
rodeados de gente que bailaba y gritaba sin parar.
-¿No bailas? –le preguntó mientras comenzaba a mover sus
caderas al ritmo de Reach Out de Hilary Duff.
Toni la miró sonriente. Esa chica desprendía energía y no
había mentido: iba guapísima con esa blusa casi transparente y esos vaqueros
negros tan ajustados. Con los tacones estaban a la misma altura. Sus labios
rojos bebían un poco de Ron a la vez que su cuerpo se dejaba llevar por la
canción. Cerraba los ojos, perfectamente delineados y movía el pelo. Era
realmente atractiva.
Toni dejó la mente volar mientras escuchaba el estribillo de
la canción. Reach out and touch me, reach out and touch me…
El volumen de la música aumentaba. Toni se giró, buscando con la
mirada a Marcos. Tras unos momentos lo vio liándose con María. “Cabronazo”
pensó alegre por su amigo y entonces, él comenzó a bailar cerca de Teresa. La
mano que no sostenía el Vodka agarraba suavemente la cintura de la chica que se
movía lentamente y poco a poco se dejaron llevar. Subía la intensidad de la
música, a la vez que el alcohol a la cabeza de estos.