martes, 12 de marzo de 2013

9.


Toni dejó la mente volar mientras escuchaba el estribillo de la canción. Reach out and touch me, reach out and touch me… El volumen de la música aumentaba. Toni se giró, buscando con la mirada a Marcos. Tras unos momentos lo vio liándose con María. “Cabronazo” pensó alegre por su amigo y entonces, él comenzó a bailar cerca de Teresa. La mano que no sostenía el Vodka agarraba suavemente la cintura de la chica que se movía lentamente y poco a poco se dejaron llevar. Subía la intensidad de la música, a la vez que el alcohol a la cabeza de estos.



Toni abrió los ojos. Todo daba vueltas a su alrededor. Gente que bailaba muy rápido. Veía parejas abrazadas y algunas discusiones entre chicos que peleaban por dinero o quién sabe qué. Seguía abrazado a Teresa, que se movía esta vez al ritmo de Tonight, de Enrique Iglesias.
Entonces la vio. Era África. Estaba ahí, abrazada a él. Llevaba la misma ropa que su “nueva amiga”. Qué extraño… La miró. Sus ojos azules penetraban en los ojos color miel de él, ambos esbozaron una sonrisa sincera. Toni la abrazó con fuerza. ¿Dónde estaba su Vodka? No importaba; ahora la tenía a ella. Otra sonrisa, que dio paso al roce de sus labios: primero lentamente, luego con más agilidad, sus lenguas chocaban. Estaba terminando lo que nunca empezó en su casa. Qué bien sabía. Notaba su pelo ondulado entre sus dedos, estaba realmente contento de tenerla allí. Y luego, ella volvió a separarse de él.
Abrió los ojos de nuevo. Teresa estaba enfrente de él, le sonreía. Buscó con la mirada a África. Ni rastro de ella.
-¿Has visto a África?
-¿Qué? –preguntó Teresa algo desconcertada, aunque sonriente
-África, que…
-Has bebido suficiente. –interrumpió Teresa. –Venga, vamos a uno de esos pufs.
-Pero…
La chica lo miró. Sí, había bebido bastante ya. Volvió a besarlo y cogiéndolo de la mano, se dirigió hacia Marcos y María.
-¡Hola, chicos! –saludó Marcos.
-Tío… ¿Vienes conmigo al baño? Quiero decirte algo.
Marcos asintió. Las chicas vieron cómo se alejaban. Toni entró desconcertado al baño seguido de su amigo.
-¿Estás bien? –le preguntó él
-Sí. –dijo Toni tosiendo
-¿Cuánto has bebido?
-No tanto. Escucha, no estoy borracho, ¿vale?
-Venga, cuéntame.
-Me he liado con…
-¿Teresa? Lo sé. Lo he visto.
-¿Qué?
-Eso. ¿Acaso te has liado con alguien más? –rió Marcos
-Con África.
-¿África? ¡Me dijiste que no había pasado nada con ella!
-¿Ha estado aquí?
-No. ¿Qué estás diciendo, joder? Cuenta.
-A ver. Quizás ha sido una visión, yo…
-¿Crees que te has liado con África?
-Eso creo. Pero no puede ser. Porque no ha estado aquí…
-Mira tío, te has liado con Teresa. Pero no dejas de pensar en África, y el alcohol te ha afectado suficiente como para creer que ha sido con ella.
-Puede ser. África iba vestida como Teresa.
-¿Ves? –rió sonoramente Marcos. –Oye, olvídate. Y no bebas más.
-No estoy borracho.
-Lo sé, pero deliras un poco.
-¿Te has liado con María?
-Sí.
-Estoy perfectamente, lo sabía.
Los dos amigos rieron y dicho esto, salieron a reunirse con “sus chicas”.

Mientras tanto, en un sofá de la discoteca, Teresa y María hablaban acerca de la noche.

-No puedo creer que lo haya conseguido. Y no ha sido tan difícil.
-Eres irresistible. –rió María mientras daba un beso a su amiga en la cara, disimulando su inquietud.
-Creí que iba a ser más difícil, aunque el chico se ha hecho derogar.
-Pero ya lo tienes, ¿no? 
-Bueno, no le quiero perder, me gusta mucho. ¿Y tú?
-Se lanzó él. ¡Nunca hubiera pensado que le besaría!
Las dos amigas rieron. María alzó la cabeza. Ahí vienen –dijo a su amiga.
Los dos chicos se aproximaban hacia ellas. En el rostro de Toni podía verse la intranquilidad de haber besado a Teresa pensando en África. Marcos dio un beso rápido en los labios a María y se sentó a su lado. Se gustaban mucho.
Toni bebió del vaso de su amigo.
-¡Arg! ¿Qué mierda es esta?
-Una mezcla de varias cosas. –rió Marcos
-¿Vamos fuera? –preguntó Teresa a ese chico que tanto le atraía
-Bueno… -él aceptó. Se hubiera quedado, pero su amigo estaba besando de nuevo a María, y no entraba en sus planes quedarse mirando, ni dejar sola a Teresa.
Accedieron a la parte exterior de la discoteca. Les pitaban los oídos. Un chico vomitaba, sostenido por otro, algo más sobrio. Volvió a recordar a Carla.
-Aquí se está bien…
-Claro, el aire fresco es bueno para las borracheras.
-No estoy borracho.
-Cierto, aún podrías estar peor… -rió
Toni miró hacia el interior, la gente se amontonaba en la barra con la intención de emborracharse aún más. La camarera que lo invitó una hora antes estaba ajetreada. Giró la vista hacia Teresa, que se apoyaba en una barandilla, mirando a ninguna parte. Dos pendientes de aro, pequeños, adornaban su oreja izquierda. Un poco de carmín rojo quedaba en sus labios, otro poco en el filo del vaso que sostenía en la mano. Sí, su blusa era absolutamente transparente, se veía con claridad el sujetador negro que llevaba debajo. Sus pitillos negros acababan en unos altos tacones, que la podían a la misma altura que él: 1, 85. Estaba espectacular, con la luna reflejándose en sus ojos marrón oscuro. Quizás besarla no había sido tan mala idea. Quizás esa chica le podía interesar. O puede que el alcohol estuviera pensando por él.
-¿Quieres algo más? –le preguntó
-Bueno…
-Yo te traigo lo que quieras. Aunque opino que no deberías beber mucho más.
-No estoy borracho…
-Ya me lo has dicho, pero no sé.
-Yo iré a la barra. Tú espérame aquí.
-Como quieras. Pídeme un Whisky.
Toni se dirigió a la barra, dejando atrás a Teresa, que volvía a mirar hacia ningún lado. Se hizo un hueco entre la muchedumbre y accedió a la barra. La música estaba muy alta.
-¡Hola! –saludó Toni a un camarero, que lo ignoró. Enseguida vino la chica que lo había atendido un par de veces antes.
-¡Tú otra vez! –le dijo gritando
-Sí. –rió Toni -¿tanta molestia soy?
-Para nada, ya quisiera yo que te quedaras conmigo…
-Un Whisky con mucho hielo y para mí un Malibú con Piña.
-Toma, pero antes, prueba esto.
La camarera le ofreció un vaso de tubo lleno de algún líquido.
-¿Qué es?
-Un cóctel. Especialidad de la casa, a este también te invito.
Toni bebió. Estaba fuerte, no sabía qué clase de cosas habían mezclado, pero se lo tomó todo. La garganta le ardía. Instantes después empezó a agobiarse entre tanta gente. La camarera ya no estaba delante de él, atendía sonriente a otra chica. Cogió el Whisky con hielo y su Malibú y comenzó a caminar hacia la salida. Le picaban los ojos. La gente se movía sin cesar, de un sitio a otro, gritando. ¿Era una pelea? No. Algunos bailaban. Por el camino miró hacia el puf donde Marcos estuvo sentado. Ya no estaba allí.  María tampoco. Los buscó con la mirada, pero se mareaba al centrarla en un punto fijo. Continuó andando. Cuando por fin salió, se dio cuenta de que su “nueva amiga” no estaba allí. ¿Dónde se habían metido todos? Alguien pasó por su lado, empujando su hombro. Malibú al suelo. Le pesaban los párpados, su garganta se secaba. Dio un trago al Whisky. Mejor. Otro trago. El ambiente se relajaba. Un último trago antes de sentarse en el suelo, con la cabeza apoyada en la pared. Algunas personas lo miraban, se reían, cuchicheaban, pero ninguna se acercaba a ver qué le pasaba. No estaba bien. Otro sorbo al Whisky. No debería beber más. ¿Qué hora sería? Miró su muñeca derecha. ¿Y el reloj? Ah, en la izquierda. Los números se movían. La aguja larga señalaba el número diez. ¿Y la corta? En ese instante, alguien se agachó junto a él, apresuradamente.
-¡Toni!
El chico hizo un esfuerzo en vano por ponerse de pie. Miró a los ojos de la otra persona. La chica se sentó a su lado, le agarró la mano.
-Tranquilo.
Toni la miró de nuevo. Era Teresa, ahora la tenía más cerca.
-Llevo buscándote un cuarto de hora. ¿Dónde estabas?
-Yo… No sé. Fui a la barra. Ah, tu Whisky… -le contestó él, acercándole el vaso, a la mitad.
-Da igual, ya no voy a beber más, son las tres menos cinco. Tenemos que volver en coche y soy yo quien conducirá. –dijo Teresa, que aunque tenía el punto del alcohol, aún se controlaba y sabía que tenía que ser responsable aquella noche.
Él la miró. La cabeza le daba vueltas.
-Ahora sí estás borracho…
-¡Que no! –gritó Toni arrojando al suelo el vaso de Whisky con hielo que su amiga había rechazado.
Teresa se dio cuenta entonces de la situación: Toni había bebido demasiado, Marcos y María habían desaparecido. Aquella noche iba a dar de sí.

 -Vamos, tranquilo.
Otra arcada. Ya no tenía nada más que vomitar. María sostenía la cabeza de Marcos frente a un váter, dentro del baño de los chicos. Algunos habían hecho comentarios sobre su estancia allí, aunque a ella no le habían afectado. Se habían llevado rato andando con una copa en la mano por toda la discoteca, evitando a la extraña pareja del autobús. Marcos se inclinó una última vez, y acto seguido se sentó en el suelo. María lo ayudó a ponerse en pie, volvieron a la zona de los pufs. Otro distinto al que habían estado antes estaba libre, ahí se sentaron. 

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